Los 11 errores MÁS CAROS al criar gallinas (¡Te ahorrarán dinero!)
Criar gallinas se ha vuelto súper popular, ya sea en el campo o en la ciudad. ¿Quién no quiere huevos frescos, control de plagas natural y, seamos honestos, unas mascotas bastante entretenidas? Pero, ojo, que aunque parezca fácil, criar gallinas tiene sus trucos. Y algunos errores, ¡ay, amigo!, te pueden salir carísimos. No solo en dinero, sino también en tiempo, frustración y hasta en la salud de tus plumíferas amigas.
Así que, para que no te pase como a mí al principio (que cometí casi todos estos errores, ¡ups!), aquí te va la lista de los 11 errores más comunes y costosos, y cómo evitarlos. ¡Toma nota!
1. Alojamiento de gallinas a lo loco: ¡El paraíso no es tan barato!
El primer error, y uno que le revienta la billetera a muchos novatos, es no planificar bien el alojamiento. Pensar que puedes meter 20 gallinas en un gallinero del tamaño de una caseta de perro es una receta para el desastre. ¿Consecuencias? Gallinas estresadas, picoteos entre ellas, propagación rápida de enfermedades y, adivina qué, ¡más gasto en veterinario!
Solución: Investiga. Investiga MUCHO. Cada gallina necesita un espacio mínimo dentro del gallinero (al menos 0.5 metros cuadrados por gallina, mejor si es más) y espacio suficiente en el corral para moverse y picotear (unos 2-4 metros cuadrados por gallina).
Un gallinero bien ventilado (pero sin corrientes de aire), protegido de la lluvia y el sol, y con espacio para poner huevos cómodamente es esencial. No escatimes en esto, a la larga te saldrá más barato construirlo bien desde el principio. Y, por favor, no uses materiales tóxicos o de baja calidad. Imagina vivir en una casa construida con cartón y pegamento… ¡tus gallinas tampoco quieren eso!
2. «Comida barata» que sale carísima
Aquí es donde muchos caen en la trampa. Piensan: «bah, una gallina come de todo, le echo las sobras y listo». ¡ERROR! Una alimentación adecuada es fundamental para la salud de las gallinas, su producción de huevos y su bienestar general. Escatimar en pienso es como darle gasolina de mala calidad a un coche: al principio parece que funciona, pero a la larga, la avería te saldrá mucho más cara.
El pienso para gallinas ponedoras está formulado para cubrir todas sus necesidades nutricionales: proteínas, vitaminas, minerales… Si les das solo sobras de comida, o un pienso de mala calidad, es muy probable que sufran carencias nutricionales, lo que se traducirá en huevos más pequeños, cáscaras frágiles, menor producción, enfermedades, y en general, gallinas débiles y propensas a enfermar.
Ojo, no digo que no les puedas dar sobras de comida, ¡al contrario! A las gallinas les encanta picotear y es una buena forma de complementar su dieta. Pero las sobras deben ser un complemento, no la base de su alimentación. Asegúrate de que el pienso sea de buena calidad, adecuado para la etapa de vida de tus gallinas (ponedoras, pollitos, etc.), y que siempre tengan acceso a agua fresca y limpia.
Además, puedes complementar su dieta con verduras frescas, frutas, insectos (si tienen acceso al exterior), y ocasionalmente, algún suplemento vitamínico si lo consideras necesario. Una alimentación equilibrada es la clave para tener gallinas sanas, felices y productivas. ¡Y eso, al final, se traduce en más huevos y menos gastos veterinarios!
3. Desatención sanitaria: «Ya se curarán solas»… ¡ERROR!
Este es un error que me revuelve el estómago. Pensar que las gallinas son animales «resistentes» que se curan solas es una irresponsabilidad. Las gallinas son susceptibles a muchas enfermedades y parásitos, y si no les prestas atención, puedes perderlas (y perder mucho dinero en el proceso).
Imagínate que una de tus gallinas empieza a estar apática, con las plumas erizadas y poca gana de comer. Si piensas «bah, ya se le pasará», puede que le estés dando tiempo a una enfermedad para que se extienda al resto del gallinero.
La prevención es clave. Limpia regularmente el gallinero, proporciona agua fresca y limpia, vigila el comportamiento de tus gallinas y, sobre todo, infórmate sobre las enfermedades más comunes en tu zona.
Si detectas algún síntoma sospechoso, ¡no lo ignores! Consulta con un veterinario aviar. Sí, ya sé que no es barato, pero es mucho más barato que perder a todas tus gallinas o tener que lidiar con una epidemia en tu gallinero.
Además, mantén un botiquín básico con medicamentos para tratar parásitos internos y externos, heridas leves y otras dolencias comunes. ¡Más vale prevenir que curar!
4. El gallinero «fortaleza»… ¿o coladero de depredadores?
Creer que tu patio es un paraíso libre de depredadores es un error fatal. Zorros, mapaches, perros callejeros, aves rapaces, incluso gatos… ¡todos adoran el sabor del pollo! Si tu gallinero no está bien protegido, tus gallinas se convertirán en un buffet libre para estos invitados no deseados.
Solución: Construye un gallinero seguro. Asegúrate de que esté completamente cerrado con malla metálica resistente, tanto por los lados como por arriba (¡las aves rapaces atacan desde el aire!). Entierra la malla alrededor del perímetro del gallinero para evitar que los depredadores caven por debajo.
Cierra el gallinero por la noche para proteger a tus gallinas mientras duermen. Si tienes problemas con depredadores persistentes, considera instalar una cerca eléctrica alrededor del gallinero. Y, por supuesto, ¡mantén tu patio limpio y sin restos de comida que puedan atraer a los depredadores!
5. Ignorar el picaje: ¡Guerra civil en el gallinero!
El picaje es un problema muy común en los gallineros y puede ser muy costoso si no se aborda a tiempo. ¿Qué es el picaje? Pues es básicamente cuando las gallinas empiezan a picotearse unas a otras, arrancándose las plumas y, en casos extremos, llegando a lastimarse gravemente e incluso a matarse.
¿Por qué ocurre esto? Pues puede haber varias causas: estrés, hacinamiento, falta de espacio, aburrimiento, falta de nutrientes en la dieta… El picaje es una señal de que algo no está bien en tu gallinero.
Ignorar el picaje es un error porque puede escalar rápidamente y convertirse en una verdadera guerra civil en tu gallinero. Las gallinas estresadas dejarán de poner huevos, se debilitarán y serán más propensas a enfermar. Además, tendrás que lidiar con gallinas heridas, lo que implica gastar dinero en curas y tratamientos.
Para prevenir el picaje, asegúrate de que tus gallinas tienen suficiente espacio, tanto en el gallinero como en el exterior. Proporciónales un ambiente estimulante con juguetes, ramas para picotear y zonas de baño de tierra. Asegúrate de que tienen una dieta equilibrada y rica en nutrientes. Y, si detectas que alguna gallina está picoteando a las demás, sepárala del grupo hasta que se calme.
El picaje puede ser un problema frustrante, pero si lo abordas a tiempo y tomas las medidas adecuadas, puedes evitar que se convierta en una costosa pesadilla.
6. Introducir gallinas nuevas sin cuarentena: ¡El caballo de Troya!
¡Qué emoción! ¡Gallinas nuevas! ¡Más huevos! ¡Una variedad de colores y razas en tu gallinero! Pero… ¡un momento! ¡No te apresures! Introducir nuevas gallinas en tu gallinero sin un período de cuarentena es como invitar a un huésped desconocido a una fiesta sin saber si trae regalos… o enfermedades contagiosas.
Las gallinas, al igual que nosotros, pueden ser portadoras de enfermedades sin mostrar síntomas evidentes. Imagina que compras una gallina preciosa en el mercado local. Parece sana y feliz, pero en realidad está incubando coccidiosis o tiene ácaros debajo de las plumas. Si la introduces directamente en tu gallinero, en cuestión de días tendrás una epidemia que afectará a toda tu parvada.
¿La solución? ¡Cuarentena! Separa las gallinas nuevas en un espacio aislado del gallinero principal por un período de 2 a 4 semanas. Esto te permite observar su comportamiento, detectar cualquier síntoma de enfermedad y tratarlas si es necesario. Un simple cajón grande con malla o una conejera vieja sirven perfectamente. Asegúrate de que tengan comida, agua y un lugar donde dormir cómodamente. Observa sus excrementos, su apetito, su plumaje y si presentan algún síntoma extraño como letargo, tos o estornudos.
Si durante el período de cuarentena detectas alguna enfermedad, aísla a la gallina afectada y consulta con un veterinario. Una vez que estés seguro de que las nuevas gallinas están sanas, puedes integrarlas gradualmente a tu gallinero. ¡Más vale prevenir que lamentar, y en este caso, que gastar un dineral en medicamentos!
7. La limpieza del gallinero: ¡No es solo por el olor!
Uf, la limpieza del gallinero. Solo nombrarlo ya me da ganas de tomar una siesta. Pero, créeme, ignorar esta tarea es como dejar la casa sin limpiar por un mes: al principio no pasa nada, pero al final tienes un problema de salud pública en tus manos. Y en tu gallinero, ese problema se traduce en gallinas enfermas, huevos contaminados y… sí, ¡facturas veterinarias!
Piensa en el gallinero como tu hogar. ¿Dejarías que la caca se acumule, que los restos de comida se pudran y que la humedad campe a sus anchas? ¡Por supuesto que no! Un gallinero sucio es el paraíso de bacterias, hongos y parásitos. Literalmente. Las gallinas se pasan el día escarbando y picoteando, así que si el suelo está lleno de porquería, están expuestas a un montón de enfermedades.
Además, la acumulación de excremento libera amoníaco, un gas irritante que puede dañar las vías respiratorias de las gallinas. Imagina vivir constantemente en un ambiente con olor a amoniaco… ¡no es plato de buen gusto! El estrés que esto les genera las hace más susceptibles a las enfermedades, baja la producción de huevos y, en casos graves, hasta puede causar la muerte.
¿La solución? Establece una rutina de limpieza. No tiene que ser una tortura. Aspira o barre el gallinero regularmente (una vez a la semana mínimo), cambia la cama (el sustrato, ya sea viruta, paja, heno…) y desinfecta los comederos y bebederos. Una vez al mes, o cada dos meses, haz una limpieza más profunda, retirando todo el sustrato y lavando el gallinero con agua y jabón (¡uno suave, eh!). Invertir un poco de tiempo en la limpieza te ahorrará un montón de disgustos (y dinero) a largo plazo. Y, si te da mucha pereza, ¡recluta a los niños con la promesa de una recompensa! (¡Huevos frescos para el desayuno quizás?).
8. Ignorar la muda: ¡Tiempo de descanso y recuperación!
La muda es un proceso natural por el que todas las gallinas pasan una vez al año. Durante este período, pierden sus plumas viejas y las reemplazan por unas nuevas. Es un proceso agotador para las gallinas, porque requiere mucha energía.
Durante la muda, las gallinas suelen dejar de poner huevos (o poner muy pocos). Y aquí es donde muchos criadores novatos se desesperan. Empiezan a darles todo tipo de suplementos y tratamientos para intentar que vuelvan a poner huevos lo antes posible. ¡Gran error!
Lo que las gallinas necesitan durante la muda es descanso y una buena alimentación. No las fuerces a poner huevos. Dales tiempo para recuperarse. Aumenta la cantidad de proteína en su dieta (puedes darles gusanos de harina, semillas de girasol, o incluso un poco de carne picada). Y asegúrate de que tienen acceso a agua limpia y fresca.
Si ignoras la muda y sigues exigiendo a tus gallinas que pongan huevos, las estresarás y debilitarás su sistema inmunológico. Esto las hará más susceptibles a enfermedades y, a la larga, reducirá su vida útil y su productividad. Así que, ¡relájate! Deja que tus gallinas se tomen un respiro. Volverán a poner huevos con más fuerza que nunca.
9. No controlar los ácaros y los piojos:
¡Ay, los ácaros y los piojos! Son pequeños, molestos y pueden causar estragos en tu gallinero. Son como esos vampiros diminutos que chupan la sangre de tus gallinas, dejándolas débiles, anémicas y propensas a enfermedades.
Los ácaros y los piojos se alimentan de la sangre y las plumas de las gallinas. Provocan picazón, irritación y estrés. Las gallinas infestadas se rascan constantemente, pierden plumas y dejan de poner huevos. En casos graves, pueden incluso causar la muerte.
¡Y no pienses que porque tu gallinero está limpio estás a salvo! Los ácaros y los piojos pueden llegar a través de aves silvestres, otros animales o incluso en tu propia ropa.
La prevención es clave. Inspecciona regularmente a tus gallinas en busca de ácaros y piojos. Presta atención a la base de las plumas, especialmente alrededor de la cloaca y las alas. Si detectas parásitos, actúa rápidamente.
Existen varios tratamientos para combatir los ácaros y los piojos. Puedes usar polvos insecticidas específicos para aves, sprays, o incluso soluciones naturales como tierra de diatomeas (¡ojo, usa la de grado alimentario!). Es importante tratar a todas las gallinas del gallinero al mismo tiempo para evitar la reinfestación.
Además del tratamiento directo a las aves, también es importante limpiar y desinfectar el gallinero. Rocía las paredes, el suelo y las perchas con un insecticida específico para aves. Si utilizas tierra de diatomeas, espolvoréala en el suelo y las perchas.
No subestimes el poder de los ácaros y los piojos. Si no los controlas, te costarán dinero en tratamientos, disminución de la producción de huevos y, en el peor de los casos, la pérdida de gallinas.
10. Desconocer las necesidades de cada raza: ¡No todas las gallinas son iguales!
Este es un error que veo cometer mucho a la gente. Piensan que todas las gallinas son iguales, pero la verdad es que cada raza tiene sus propias necesidades y características. Algunas razas son más resistentes al frío, otras son mejores ponedoras, y otras son más dóciles.
Antes de comprar gallinas, investiga las diferentes razas y elige aquellas que mejor se adapten a tu clima, a tu estilo de vida y a tus objetivos. ¿Quieres gallinas que pongan muchos huevos? ¿Quieres gallinas que sean buenas mascotas para los niños? ¿Quieres gallinas que sean resistentes al frío?
Por ejemplo, si vives en un lugar con inviernos fríos, es mejor elegir razas como las Rhode Island Red o las Plymouth Rock, que son conocidas por su resistencia al frío. Si quieres gallinas que sean buenas ponedoras, elige razas como las Leghorn o las Sussex. Si quieres gallinas que sean dóciles y fáciles de manejar, elige razas como las Orpington o las Cochins.
Además, algunas razas son más propensas a ciertas enfermedades que otras. Por ejemplo, las gallinas Brahma son propensas a la pododermatitis (inflamación de las patas), mientras que las gallinas Silkie son propensas a problemas de visión.
Al conocer las necesidades específicas de cada raza, puedes proporcionarles el cuidado adecuado y prevenir problemas de salud. Esto te ahorrará dinero en facturas del veterinario y te permitirá disfrutar de tus gallinas durante más tiempo.
11. No disfrutar del proceso: ¡Se trata de pasión y conexión!
Este último punto quizás te sorprenda, pero para mí es uno de los más importantes. Criar gallinas es un trabajo duro, pero también es una experiencia increíblemente gratificante. Ver a tus gallinas corretear por el jardín, poner huevos frescos y ofrecerte su peculiar compañía es algo que no tiene precio.
Si te tomas la cría de gallinas como una tarea aburrida y tediosa, es probable que te frustres y te rindas. Pero si te apasiona el proceso y te conectas con tus gallinas, encontrarás una gran alegría en ello.
Dedica tiempo a observar a tus gallinas. Aprende a conocer sus personalidades individuales. Dale mimos a las más mansas. ¡Canta con ellas (si te atreves)!
Verás que cuanto más te involucres en el proceso, más disfrutarás de tus gallinas y más dispuesto estarás a darles el mejor cuidado posible. Y cuando tus gallinas están felices y saludables, tú también lo estás.
En resumen, criar gallinas es mucho más que simplemente proporcionarles comida y agua. Se trata de pasión, conexión y respeto por estos animales increíbles. ¡Disfruta del proceso y tus gallinas te lo agradecerán!
¡Y ahí lo tienen! Los 11 errores MÁS CAROS al criar gallinas (¡y cómo evitarlos!). Espero que estos consejos te hayan sido útiles y que te ayuden a disfrutar de la maravillosa aventura de criar gallinas. Recuerda, la clave es la información, la planificación y, sobre todo, ¡el amor por tus aves! ¡Felices gallinas, felices huevos y felices ahorros! ¡Hasta la próxima!