12 Errores fatales en la crianza de gallinas: ¡no los cometas!
Criar gallinas puede ser una de las experiencias más gratificantes y entretenidas que puedas tener. Estas aves no solo nos regalan deliciosos huevos frescos (¡y sinceramente, no hay nada mejor que un huevo recolectado de tu propio gallinero!), sino que también tienen personalidades únicas y pueden convertirse en una especie de mascotas para muchos.
Pero, ojo, como en cualquier cosa nueva, es fácil caer en ciertos errores fatales que pueden costarte tiempo, dinero, frustración, y lo más importante: la salud y felicidad de tus gallinas. Si estás pensando en iniciar tu propia aventura avícola o incluso si ya tienes cierta experiencia, aquí te hablamos de las 12 grandes meteduras de pata que deberías evitar a toda costa.
1. No investigar antes de empezar
Cuando piensas en criar gallinas, puede parecer una tarea sencilla: solo necesitas un gallinero y algunas aves, y ya estás listo para la vida de granjero. Sin embargo, lanzarte a la aventura sin investigar previamente es un gran error que puede traerte más problemas de los que imaginas.
Primero, hablemos de las razas. No todas las gallinas son iguales. Algunas son excelentes ponedoras, mientras que otras son mejores para la carne. Además, hay razas que se adaptan mejor a climas fríos o cálidos. así que si compras una gallina que no se lleva bien con tu clima, puedes terminar con aves enfermas o, peor aún, con gallinas que no pondrán huevos con frecuencia.
Luego, está la alimentación. Criar gallinas no es solo darles granos y esperar lo mejor. Necesitan una dieta equilibrada para que estén saludables y, por supuesto, para que te regalen esos deliciosos huevos. También es clave chequear las enfermedades más comunes y cómo prevenirlas. No querrás que una simple gripe aviar acabe con tu criadero.
Así que, antes de que compres tus primeras gallina, tómate un tiempo para investigar.
2. Comprar más gallinas de las que puedes manejar
Cuando decides dar el paso hacia la vida de granjero y te imaginas rodeado de gallinas felices, puede que se te suban las expectativas al cielo. A todos nos pasa: “Seis gallinas suenan bien”, piensas, “pero tal vez diez sea mejor… o veinte, ¿por qué no?” ¡Alto ahí! Esa es una trampa que muchos novatos caen. La idea de que “más es mejor” puede sonar tentadora, pero en el mundo de las gallinas, esa mentalidad puede llevarte a un lío de proporciones épicas.
Si eres nuevo en esto, la clave está en empezar con una cantidad que realmente puedas manejar. No solo se trata de contar gallinas y hacer que tu corral luzca más lleno, sino de asegurarte de que puedes alimentarlas, limpiarlas y, sobre todo, darles el cariño que merecen. Cada una de esas pequeñas damas necesita atención y cuidados, y si te pasas de la raya, te encontrarás rápidamente abrumado.
Ahora, hablemos de los huevos. Imagina que, después de un tiempo, tus gallinas comienzan a poner entre 4 y 6 huevos a la semana. Al multiplicar eso por el número de gallinas, pronto te darás cuenta de que podrías tener una verdadera producción de huevos en tu cocina. ¡Las cuentas no mienten! Si no estás preparado para esa avalancha de huevos, podrías terminar con tu nevera llena hasta el tope, preguntándote cómo demonios vas a consumir tanta proteína.
3. No proporcionarles espacio suficiente
Cuando pensamos en tener gallinas, a menudo imaginamos ese tierno momento de verlas picoteando por el patio. Pero, ¡ojo! Hay un error común que muchos cometen: no darles el espacio que realmente necesitan. No se trata de construir un castillo, ¡pero sí de asegurarte de que tengan un lugar donde puedan ser felices y saludables!
Las gallinas, aunque pequeñas y adorables, requieren un espacio donde puedan moverse, aletear y, por supuesto, disfrutar del sol. Si decides tenerlas en un gallinero diminuto o, peor aún, encerradas sin acceso a un patio, no solo estás siendo un poco cruel, sino que también pones en peligro su bienestar. Las gallinas son animales sociales y activos; necesitan explorar y socializar, de lo contrario, pueden estresarse.
Y aquí llega el problema: las gallinas estresadas no solo están tristes, sino que también son más propensas a enfermarse. Además, pueden desarrollar comportamientos indeseados, como el picoteo entre ellas, que no solo es molesto, sino que puede causarles daño. Así que, si realmente quieres que tus gallinas estén felices y sanas, dale ese espacio que merecen. No es solo cuestión de comodidad, ¡es cuestión de salud!
4. Ignorar la seguridad del gallinero
A lo mejor no lo sabías, pero hay un montón de criaturas al acecho, listas para invadir el gallinero y hacer de tus gallinas su festín. Desde astutos zorros y traviesos mapaches, hasta ágiles halcones y los perros del vecino que se creen unos leones, la lista de depredadores es interminable. Si piensas que tus gallinas están a salvo, piénsalo de nuevo. La seguridad del gallinero no es un tema que se pueda tomar a la ligera.
Primero que nada, asegurarte de que tu gallinero esté hecho de materiales resistentes es clave. No escatimes en calidad cuando se trata de las mallas. Una buena malla no solo protegerá a tus aves de los intrusos, sino que también evitará que se escapen. Y sí, revisar cada rincón es una tarea que no puedes omitir. Los depredadores son ingeniosos y siempre encuentran maneras de infiltrarse si les das la más mínima oportunidad. Un pequeño agujero aquí y allá puede convertirse en el acceso de una cena inesperada.
Y hablando de accesos, no hay nada peor que olvidar cerrar la puerta del gallinero por la noche. Eso puede ser un verdadero desastre y te aseguro que no quieres quedarte despierto pensando en lo que pudo haber pasado. Así que, por favor, establece una rutina. Cierra bien la puerta y asegúrate de que todo esté en su lugar antes de que caiga la noche. La tranquilidad de saber que tus gallinas están a salvo no tiene precio.
5. Alimentarlas incorrectamente
Cuando escucho a la gente decir «Mis gallinas comen de todo», no puedo evitar sonreír. Las gallinas son, sin duda, unos seres muy flexibles y poco exigentes. Pero esa flexibilidad no significa que su estómago sea un basurero. Alimentarlas incorrectamente puede llevar a consecuencias que no son nada divertidas.
Imagina esto: le das a tus adorables plumas un poco de cebolla, chocolate o incluso un plato de comida extremadamente salada. ¡Mal movimiento! Estos alimentos pueden causarles problemas serios de salud. Es fácil pensar que las sobras de la cena son un buen bocadillo, pero la realidad es que lo que para nosotros puede ser un pequeño placer, para ellas puede ser un veneno.
Así que, ¿cuál es el camino correcto? Lo ideal es ofrecer un alimento comercial de buena calidad y complementar esa dieta con restos de comida segura y un buen puñado de verduras frescas. Así te aseguras de que tus gallinas estén felices, saludables y produciendo esos deliciosos huevos que tanto apreciamos.
6. Descuidar la limpieza
¡Lo sé, lo sé! Limpiar caca de gallina no es exactamente la actividad más «glamorosa» del mundo, pero hablemos de lo que realmente importa aquí. Mantener el gallinero limpio no es solo una cuestión de estética; es esencial para la salud y el bienestar de tus aves. Dejar que los excrementos de tus aves se acumulen puede atraer a plagas molestas como moscas y ratas. ¿Y quién quiere eso en su vida?
Además, un gallinero sucio aumenta el riesgo de enfermedades para tus gallinas. Las aves son especialmente susceptibles a bacteria y parásitos, y no queremos que se pongan enfermas. Imagínate la culpa que sentirías si tus malas decisiones de limpieza resultan en un problema de salud para tus queridas aves.
La buena noticia es que mantener todo en orden no tiene que ser una tarea titánica. Con un poco de disciplina, puedes hacer limpiezas rápidas y regulares que te ahorrarán tiempo y esfuerzo en el futuro. Un gallinero limpio y seco significa gallinas felices, y eso al final del día es lo que todos queremos, ¿verdad?
7. No reaccionar a tiempo ante enfermedades
Cuando tienes gallinas, te conviertes en su mejor amigo y cuidador. Pero, siendo honestos, las gallinas no son las mejores en comunicar cómo se sienten. No hay un «me duele aquí» o un «no me siento bien». Por eso es crucial que te pongas en modo observador.
Si notas que alguna de tus gallinas está más cansada o callada de lo habitual, o si su plumaje no brilla como debería, no lo ignores. La apariencia de sus heces también es un indicador importante; si ves algo raro, ¡alarma! Estos pequeños detalles pueden estar diciéndote que algo no está bien, ya sea una enfermedad o unos parásitos molestos.
La verdad es que desatender estos signos no solo puede costarle la vida a una gallina, sino que podría poner en riesgo a todo tu rebaño. Así que, si quieres seguir disfrutando de tus amigos emplumados, mantén los ojos bien abiertos y actúa a tiempo. Cada gallina cuenta, y cuidar de ellas es una gran responsabilidad que vale la pena asumir.
8. Olvidarse de la ventilación
Cuando uno empieza en el apasionante mundo de la cría de gallinas, hay mil cosas en las que pensar: la alimentación, el espacio, las gallinas mismas… ¡y ahí es donde muchos caen en el mismo error! Uno de los aspectos más críticos, pero que suele pasar desapercibido, es la ventilación del gallinero.
Imagina por un momento a tus gallinas en un espacio cerrado, con poco aire fresco y mucha humedad. Efecto inmediato: ese ambiente se convierte en una mina de problemas. La humedad acumulada, sumada a los olores desagradables provenientes de sus excrementos, puede generar condiciones horribles para tus gallinas, como problemas respiratorios que pueden llegar a ser graves. Y a nadie le gusta ver a sus chicas en mal estado, ¿verdad?
Ahora, no te vayas a confundir. Una buena ventilación no significa abrir todas las ventanas y dejar que corran corrientes de aire frío, especialmente en invierno. ¡Eso sería un desastre! El truco está en permitir que circule el aire fresco sin que tus aves sientan el frío directamente. Colocar rejillas estratégicamente y asegurarte de que haya un flujo constante de aire hará toda la diferencia.
9. Suponer que siempre pondrán huevos
Es un mito común pensar que las gallinas son máquinas de poner huevos, que cada día nos traen un regalo fresquito. Pero, ¡sorpresa! Las cosas no son tan simples. Aunque a muchas personas les encantaría tener una granja llena de gallinas ponedoras, hay varias razones por las que esa producción constante es más un deseo que una realidad.
Primero que nada, déjame contarte que nuestras amigas plumíferas no son tan predecibles. Durante el invierno, cuando los días son más cortos, las gallinas tienden a hacer una pausa en su producción. Sin luz artificial en sus gallineros, es como si dijeran: «No hay sol, ¡no hay huevos!». Además, durante las épocas de muda, cuando se están despojando de sus plumas viejas y creciendo unas nuevas, el negocio de poner huevos se detiene.
Y si pensabas que eso era suficiente, aquí viene otra sorpresa: a medida que las gallinas envejecen, su productividad también disminuye. Así que si tienes una gallina que es una excelente ponedora» en su juventud, no te sorprendas si, con el tiempo, se convierte en una gallina más relajada que prefiere dormir y picotear en el patio en lugar de poner huevos.
Por todo esto, es importante planificar y entender la curva de producción de tus gallinas. Si quieres asegurarte de tener un suministro constante de huevos, considera la edad de tus aves, el entorno en el que viven y cómo puedes ayudarlas a superar esos momentos complicados. De lo contrario, podrías encontrarte con una bandeja vacía cuando más la necesitas.
10. No protegerlas del clima extremo
Las gallinas son unas criaturas bastante resistentes, pero eso no quiere decir que puedan enfrentar cualquier clima sin un poco de ayuda de nuestra parte. Cuando llega el invierno, es crucial que les proporcionemos un refugio donde puedan calentarse. Imagínate pasar la noche a la intemperie en pleno frío; ¡no suena muy agradable, verdad? Un buen gallinero, bien aislado, puede hacer maravillas para mantener a nuestras amigas plumadas cómodas y felices.
Y no solo se trata de protegerlas del frío. Cuando el verano aprieta, el calor puede ser igual de duro. Las gallinas necesitan sombra para resguardarse del sol abrasador y, por supuesto, agua fresca en abundancia. No hay nada peor que ver a tus gallinas acaloradas y sedientas. Así que, ya sabes, un buen lugar bajo un árbol o una estructura que les dé sombra puede marcar la diferencia entre un día de verano soportable y uno desastroso.
11. No asegurarte de que tengan acceso adecuado al agua
Si hay algo que no puedes permitirte pasar por alto al cuidar de tus gallinas, es asegurarte de que tengan acceso constante a agua limpia. No es simplemente un detalle más; es una necesidad vital. Imagina un día caluroso de verano, el sol brillando y tus gallinas correteando por el corral. Si no tienen agua a mano, pueden deshidratarse rápidamente, lo que las hace susceptibles a enfermedades y malestar.
El agua, más que un simple líquido, es la base de su bienestar. Una gallina deshidratada no solo se siente mal, sino que su salud puede deteriorarse en un abrir y cerrar de ojos. Por eso, es fundamental que sus bebederos estén siempre llenos. Un buen consejo es invertir en un sistema que mantenga el agua fría durante los días más calurosos. Imagínate, tú también preferirías un buen sorbo de agua fresca en un caluroso día de verano, ¿verdad?
Y no olvides el mantenimiento. Después de llenar los bebederos, es probable que tus gallinas, con sus patas cubiertas de polvo y tierra, decidan “ayudarte” a ensuciar el agua casi de inmediato. Así que, ¡prepárate para limpiar esos recipientes regularmente! Aunque puede parecer una tarea molesta, cuidarlas en ese pequeño detalle puede marcar una gran diferencia en su salud. Así que, ya sabes, ¡no escatimes en agua para tus amigas de plumas!
12. Introducir nuevas gallinas sin cuarentena
Si estás pensando en aumentar tu manada de gallinas y has decidido comprar unas nuevas, es fundamental que no te saltes el paso de la cuarentena. Sí, lo sé, puede parecer un rollo tener que aislar a tus nuevas aves durante dos semanas, pero te prometo que vale la pena.
Las gallinas que traes a casa pueden ser portadoras de enfermedades que no se ven a simple vista. Imagina que tus nuevas amigas están todo el tiempo con síntomas ocultos y, cuando menos lo esperas, infectan a tus gallinas ya establecidas. Eso sería un verdadero desastre.
Al aislar a las nuevas gallinas, tienes la oportunidad de observarlas de cerca y asegurarte de que no presentan signos de enfermedades antes de mezclarlas con el resto de tu rebaño. Este simple paso puede salvarte de una serie de problemas en el futuro. Además, le das a tus gallinas actuales la oportunidad de adaptarse a sus nuevas compañeras sin el estrés de una introducción abrupta.
Bonus: No recoger los huevos con regularidad
No recoger los huevos con regularidad puede parecer algo trivial, pero créeme, tiene sus consecuencias. Imagina que tienes un gallinero lleno de esas fabulosas gallinas ponedoras, y un día decides que recoger los huevos es una tarea que puedes dejar para más tarde. Al principio, todo parece estar bien, pero pronto esa despreocupación se convierte en un verdadero problema.
Cuando dejas los huevos en el nido por mucho tiempo, las gallinas pueden empezar a picotearlos. Sí, lo sé, es difícil de creer, pero esas aves, aunque adorables, son muy curiosas y, a veces, un poco destructivas. Si ven esos huevos ahí, solitarios y desamparados, podrían pensar que son un delicioso bocadillo. Y, ¡bam!, tienes un desastre en tus manos.
Así que, la próxima vez que te encuentres con un gallinero lleno de huevos, recuerda: recogerlos a diario no solo es una buena práctica, sino que también garantiza que disfrutes de un desayuno delicioso y libre de sorpresas desagradables. ¡A recolectar esos huevos!
Criar gallinas puede ser tan sencillo o complicado como tú quieras hacerlo, pero evitar estos 12 errores comunes hará que el camino sea mucho más agradable tanto para ti como para tus queridas emplumadas. ¡Así que ve, construye ese gallinero perfecto, cuida de tus gallinas con amor y disfruta de los frutos (y los huevos) de tu trabajo!