12 malos comportamientos que las gallinas pueden aprender
¡Ah, las gallinas! Esas adorables bolitas de plumas que nos regalan huevos frescos y nos entretienen con sus peculiaridades… o, a veces, nos sacan de quicio con sus travesuras. Porque sí, las gallinas son criaturas de hábitos, y como cualquier ser vivo, pueden desarrollar comportamientos, digamos, «menos deseables».
Así que, si tienes un gallinero, o estás pensando en tener uno, prepárate para la posibilidad de enfrentarte a alguna que otra «gallina rebelde». Aquí te presento 12 malos comportamientos que tus plumíferas amigas pueden aprender, y créeme, he visto algunos de estos en acción, ¡y no siempre es divertido!
1. Picoteo de Plumas: El «Bullying» Aviar
Imagina la escena: estás en el patio, observando a tus gallinas picotear alegremente el suelo, buscando gusanos y semillas. De repente, una gallina, la más grande y robusta (generalmente la «jefa» del gallinero), se acerca a una más pequeña y… ¡ZAS! Le arranca una pluma. No, no es un accidente. Es picoteo de plumas, y es una forma de «bullying» aviar en toda regla.
¿Por qué lo hacen? Hay varias razones. A veces es por aburrimiento. Si las gallinas están confinadas en un espacio muy pequeño, sin suficiente estímulo, pueden empezar a picotearse entre ellas. Otras veces es por estrés. Un cambio en el gallinero, la introducción de nuevas gallinas, o incluso la falta de ciertos nutrientes en su dieta (especialmente proteínas) pueden desencadenar este comportamiento. También puede ser una simple cuestión de jerarquía. La gallina dominante quiere dejar claro quién manda, y una forma de hacerlo es picoteando a las demás.
El problema es que el picoteo de plumas puede convertirse en un círculo vicioso. Una vez que una gallina empieza, las demás pueden imitarla. Y las heridas que causan, aunque pequeñas, pueden atraer la atención de otras gallinas, que también comenzarán a picotear, empeorando la situación. En casos graves, puede llevar a canibalismo, lo cual es… bueno, bastante desagradable.
¿La solución? Primero, asegúrate de que tus gallinas tengan suficiente espacio y enriquecimiento ambiental (cosas para picotear, escarbar, explorar). Proporciona una dieta equilibrada, con suficiente proteína. Si el problema persiste, es posible que tengas que aislar a la gallina agresora por un tiempo, para «romper el ciclo». Existen también sprays anti-picoteo, aunque su efectividad es variable. Y, por supuesto, observa de cerca a tus gallinas para detectar cualquier signo de este comportamiento desde el principio.
2. Comerse los Huevos: La Tentación Prohibida
¡Ah, el dilema del huevo! Lo pones en el nido, esperando recolectarlo más tarde, y cuando regresas… ¡desaparecio! O peor aún, encuentras un desastre pegajoso de yema y clara rota en el suelo del gallinero. Sí, tus gallinas se han convertido en «ovófagas», y este es un hábito MUY difícil de romper.
¿Por qué una gallina, que pone huevos con tanto esmero, decidiría comérselos? De nuevo, puede haber varias causas. A veces, un huevo se rompe accidentalmente, y la gallina, curiosa, lo prueba. Y, ¡oh sorpresa!, ¡descubre que es delicioso! A partir de ahí, la tentación es demasiado grande, y empieza a romper huevos intencionalmente.
Otra causa puede ser una deficiencia de calcio. Las gallinas necesitan mucho calcio para producir cáscaras de huevo fuertes, y si no lo obtienen de su dieta, pueden buscarlo en los propios huevos. El aburrimiento, el estrés y la falta de espacio también pueden contribuir a este comportamiento.
Una vez que una gallina empieza a comerse los huevos, es probable que otras la imiten. Es como si se pasaran el secreto: «¡Oye, esto está buenísimo!» Y, antes de que te des cuenta, tienes una epidemia de comedores de huevos en el gallinero.
Combatir este hábito es un desafío. Primero, asegúrate de que tus gallinas tengan una dieta rica en calcio (con suplementos si es necesario). Recoge los huevos con frecuencia, varias veces al día si es posible, para minimizar la tentación. Puedes probar a poner «huevos falsos» en los nidos (pelotas de golf, piedras pintadas, etc.). La idea es que la gallina, al intentar romperlos y no conseguirlo, se frustre y abandone el hábito. También puedes diseñar nidos que permitan que los huevos rueden fuera del alcance de las gallinas una vez puestos. Y como último, aislar a la culpable si la pillas «in fraganti». Es una batalla dura, ¡pero no imposible!
3. Acoso en el Corral: La Ley de la Jungla (Plumífera)
El gallinero es, en esencia, una pequeña sociedad jerárquica. Hay una gallina «alfa», la jefa indiscutible, y luego hay una jerarquía descendente, con gallinas más dominantes y otras más sumisas. Esta jerarquía es natural, y generalmente se establece sin demasiados problemas. Pero a veces, la cosa se descontrola, y el acoso se vuelve un problema serio.
El acoso puede manifestarse de varias maneras: picoteo constante (no solo de plumas), persecución implacable, impedir que otras gallinas coman o beban, acorralarlas en un rincón… En resumen, hacer la vida imposible a las gallinas más débiles.
Las causas son similares a las del picoteo de plumas: hacinamiento, estrés, introducción de nuevas gallinas, falta de recursos (comida, agua, espacio para anidar). A veces, una gallina simplemente es más agresiva que las demás, y decide imponer su dominio de forma brutal.
El acoso no solo es cruel, sino que también puede tener consecuencias graves para las gallinas acosadas. Pueden dejar de comer, perder peso, dejar de poner huevos, e incluso enfermar o morir debido al estrés constante.
¿Qué hacer? De nuevo, el espacio y el enriquecimiento ambiental son clave. Asegúrate de que haya suficientes comederos y bebederos para que todas las gallinas puedan acceder a ellos sin ser acosadas. Observa de cerca la dinámica del gallinero, e interviene si ves signos de acoso excesivo. Puedes aislar a la gallina acosadora por un tiempo, o, en casos extremos, reubicarla en otro gallinero (si tienes la posibilidad). También es importante proporcionar «escondites» para las gallinas más débiles, lugares donde puedan refugiarse del acoso (cajas, ramas, etc.).
4. Escapistas Profesionales: Houdinis con Plumas
¿Alguna vez has pasado horas buscando a una gallina que, misteriosamente, ha desaparecido del gallinero? Si es así, sabes lo frustrante (y a veces divertido) que puede ser. Algunas gallinas son verdaderas maestras del escape, capaces de encontrar la más mínima brecha en la valla, o incluso de volar por encima de ella (sí, ¡algunas gallinas pueden volar bastante bien!).
¿Por qué se escapan? A veces es por simple curiosidad. El mundo exterior, con sus infinitas posibilidades de picoteo y exploración, es demasiado tentador. Otras veces es por miedo. Un depredador, un ruido fuerte, o incluso una pelea en el gallinero pueden hacer que una gallina entre en pánico y huya. También puede ser por aburrimiento, o por buscar un lugar mejor para anidar (especialmente si los nidos del gallinero están sucios o superpoblados).
El problema de las gallinas escapistas es que se ponen en peligro. Pueden ser atacadas por depredadores (zorros, perros, aves rapaces), atropelladas por coches, o simplemente perderse.
Prevenir los escapes requiere una combinación de medidas. Primero, asegúrate de que tu gallinero y el área circundante estén bien asegurados. Revisa regularmente la valla en busca de agujeros o debilidades. Si tienes gallinas que vuelan bien, considera la posibilidad de recortarles las plumas de un ala (no te preocupes, no les duele, es como cortarse el pelo). También puedes cubrir el gallinero con una red, para evitar que vuelen por encima.
Y, por supuesto, haz que el gallinero sea un lugar atractivo para tus gallinas. Proporciona suficiente espacio, comida, agua, nidos limpios y oportunidades para el enriquecimiento ambiental. Una gallina feliz y contenta es menos probable que intente escapar.
5. El «Concierto Matutino»: Gallinas Madrugadoras
Imagínate esto: estás profundamente dormido, envuelto por el calor de las cobijas, y de repente, un «¡CLO-CLÓ-CLOOO!» rompe el silencio de la madrugada. Son las 5:30 a. m. – ni el sol ha salido todavía -, pero tus gallinas han decidido que es el momento perfecto para despertar al mundo. ¿Quién necesita un despertador cuando tienes un grupo de gallinas extra motivadas para armar su propio concierto matutino?
Este comportamiento, conocido como el «concierto matutino», puede no ser un problema si vives en una granja aislada, pero en un vecindario, es probable que te ganes la enemistad de tus vecinos más rápido de lo que puedas decir «¡cló!». Este mal hábito suele desarrollarse porque las gallinas tienen hambre o simplemente han creado el hábito de salir al amanecer. Y, aunque es natural que sean madrugadoras, animarlas para que mantengan un perfil más tranquilo tan temprano puede requerir un poco de disciplina (y tal vez reforzar la oscuridad del gallinero).
Pro-tip de supervivencia: No te sientas mal por ignorarlas un rato por la mañana. Si cedes y corres a alimentarlas al primer cloqueo, ellas aprenderán que gritar equivale a recibir atención inmediata. Son pequeñas, sí, pero son más astutas de lo que parecen.
6. Gallinas Selectivas
Cualquier criador de gallinas que te diga que estas aves son «comedores poco exigentes» claramente no ha conocido a una gallina con un gusto refinado. Aunque es cierto que suelen comer casi cualquier cosa, algunas gallinas pueden empezar a desarrollar un comportamiento típico de un chef: rechazar ciertos alimentos y exigir lo que a ellas más les gusta.
Las gallinas selectivas tienden a preferir golosinas como maíz, insectos, frutas o incluso pedazos de pan por encima de su alimento balanceado. ¿La causa principal? Nosotros mismos. Cuando les damos demasiados «premios» o snacks apetitosos, ellas comienzan a desarrollar el mal hábito de ignorar su alimento habitual en espera de algo más emocionante. Esto no solo es perjudicial para su dieta (pueden no estar recibiendo los nutrientes adecuados), sino que también puede convertirse en una lucha constante: ¿quién tiene el control, tú o esas criaturas emplumadas?
Un consejo: Si tus gallinas empiezan con este comportamiento, reduce poco a poco los premios y asegúrate de que su alimentación principal sea la base de su dieta. Créeme, cuando tengan suficiente hambre, comerán el pienso (aunque te miren con cara de desdén al principio).
7. El «Ataque al Jardín»: Las Gallinas Destructoras
Si tienes un jardín lleno de plantas, flores o incluso un huerto pequeño, prepárate: en el momento en que tus gallinas lo descubran, lo considerarán su paraíso personal. Este comportamiento, que podría llamarse «el ataque al jardín», puede parecer inocente al principio. Entras al jardín y las encuentras escarbando aquí y allá, tal vez disfrutando de una lombriz recién encontrada. Pero, si bajas la guardia, en cuestión de días podrían transformar tu hermoso espacio verde en un campo de excavación que parece sacado de una misión arqueológica.
El problema es que las gallinas adoran escarbar la tierra; es su manera de buscar alimentos y, además, les ayuda a mantenerse frescas al revolcarse en la tierra suelta (denominado «baños de polvo»). Sin embargo, cuando la actividad se centra en tus plantas favoritas, la diversión desaparece rápidamente.
¿Cómo solucionarlo? Asegúrate de delimitar las áreas donde puedan escarbar libremente y protege tus zonas ajardinadas estratégicamente con cercas o redes. También puedes proporcionarles espacios específicos con tierra suelta para que hagan sus baños de polvo y se diviertan como quieran… ¡lejos de tus tomates!
8. «Aversión al Nido»: Poner Huevos Fuera de Lugar
Uno de los placeres de criar gallinas ponedoras es recoger los huevos frescos cada día. Pero, ¿qué pasa cuando tus gallinas deciden que el nido que les preparaste con tanto cariño no cumple con sus «altos estándares»? Esto puede llevarnos al frustrante comportamiento conocido como «aversión al nido». Básicamente, las gallinas buscan cualquier lugar inesperado para poner sus huevos, menos el destinado para ello. Muebles de jardinería, montones de heno, arbustos del jardín o incluso directamente en el suelo se convierten en sus nuevos lugares favoritos.
¿Por qué lo hacen? En algunos casos, el nido puede no ser lo suficientemente cómodo, puede haber demasiadas gallinas tratando de usar el mismo espacio, o simplemente han encontrado un rincón que les parece más seguro o atractivo. Sea cual sea la causa, el resultado es el mismo: te encuentras con huevos desperdigados por todas partes, y algunos incluso pueden romperse o perderse.
La solución aquí es simple, pero requiere paciencia. Revisa que tus nidos sean cómodos, sombreados y accesibles. Además, si ves que una gallina particular insiste en poner huevos fuera del lugar, trata de guiarla hacia el nido colocando señuelos como huevos falsos dentro de las cajas. También asegúrate de recolectar los huevos con regularidad para que no asocien el nido con «huevos viejos» o llenos.
9. «Acoso al Gallo»: Gallinas Rebeldes
Todos imaginamos al gallo como la figura dominante y respetada del corral, el líder que gobierna su pequeño reino de plumas. Pero… ¿qué pasa cuando las gallinas deciden que ya están hartas de seguir las normas? Oh, amigo, entra en escena el fenómeno del «acoso al gallo». Aunque no lo creas, algunos grupos de gallinas se organizan en una especie de motín para desafiar la autoridad del gran jefe. Literalmente persiguen al pobre gallo, le dan picotazos o simplemente lo ignoran por completo cuando intenta imponer su dominio.
Esto puede parecer algo gracioso (y sí, lo es en cierto modo, ¡pobre gallo!), pero también puede ser un problema. La dinámica en el corral suele ser importante para mantener el orden, y si las gallinas deciden que ser rebeldes es más divertido, la vida del gallo puede volverse un caos.
Algunos dicen que esto pasa cuando el gallo es demasiado joven o no muy experimentado, pero también se da cuando las gallinas, en grupo, notan una «debilidad» y deciden tomar el control. Porque, bueno, ¿quién necesita un gallo cuando puedes hacer lo que quieras con tus compinches?
10. Comer cosas no comestibles
Es bien sabido que las gallinas son curiosas por naturaleza, y su dieta puede ser increíblemente variada. Sin embargo, hay un límite entre «explorar el entorno» y literalmente convertirse en una gallina tragabasura. Algunas de ellas desarrollan un extraño gusto por comer lo que no deben. Trozos de plástico, papeles, pedacitos de lo-que-aparezca, ¡todo puede acabar en su pico!
Este mal hábito no solo es desagradable de ver (porque, seamos honestos, ¿quién quiere ver a una gallina jugueteando con algo que claramente pertenece al bote de la basura?), sino que incluso puede ser peligroso para su salud.
Comer desperdicios inapropiados puede causarles problemas digestivos o incluso poner su vida en riesgo si ingieren algo tóxico. Por eso, hay que mantener el corral limpio y asegurarnos de que tengan suficiente alimento adecuado para evitar que desarrollen esta costumbre… pero, si ya lo hacen, prepárate para convertirte en un detective de basura.
11. «Pánico en el Corral»: Gallinas Asustadizas
Ahora bien, hablemos de otro comportamiento bastante común, pero también molesto: las gallinas hiperreactivas, también conocidas como las «gallinas dramáticas. Ya sabes, esas que, ante cualquier movimiento brusco, ruido extraño o incluso una sombra, entran en un estado de terror absoluto que termina contagiando al resto del corral. Todo empieza con una gallina soltando un cacareo histérico, y en cuestión de segundos, tienes un coro completo de plumas revoloteando y caos generalizado.
El problema del «pánico en el corral» es que suele ser desproporcionado. Tal vez solo pasó un pájaro volando, un movimiento de ramas, o incluso alguien abrió la puerta del corral más rápido de lo esperado. ¡Pero para ellas es el fin del mundo!
Lo peor de todo es que este comportamiento, como muchos otros, es contagioso. Una gallina entra en pánico y, de repente, todo el grupo está corriendo como locas sin saber siquiera por qué. Controlar este tipo de situaciones puede ser todo un reto para los dueños, quienes se ven en la difícil tarea de calmarlas y restaurar la paz.
12. Gallinas Demasiado Posesivas: «¡Eso es mío, y punto!»
Finalmente, llegamos a un mal comportamiento que puede generar bastantes conflictos: el exceso de posesividad. Algunas gallinas desarrollan la peculiar (y odiosa) costumbre de apropiarse de recursos como si fueran bienes exclusivos. Puede ser un lugar para anidar, un montón particular de comida, o incluso ¡un simple espacio bajo el sol! Estas gallinas posesivas pueden volverse bastante agresivas con sus compañeras, picoteándolas para alejarlas de «su espacio».
Si el problema ocurre con los nidos, la situación se pone aún más agravante. Como bien sabemos, las gallinas necesitan un lugar cómodo y tranquilo para poner sus huevos, pero cuando una gallina decide monopolizar el mejor nido del corral, puede generar estrés en las demás.
Las disputas constantes por el espacio de anidación pueden derivar en peleas, y este estrés podría incluso terminar afectando la producción de huevos. Así que, aunque sea hasta simpático ver a una gallina defender a capa y espada «su territorio», este comportamiento puede convertirse en un verdadero dolor de cabeza.
Y ahí lo tienes, 12 comportamientos problemáticos que tus gallinas pueden aprender. Recuerda que la clave para corregirlos es la observación, la paciencia y la prevención. Con un poco de atención y cuidado, puedes mantener un gallinero feliz y armonioso (y evitar que tus gallinas se conviertan en delincuentes). ¡Mucha suerte!