¿Que les pasa a las gallinas después de cumplir los 2 años?

Las gallinas son animales fascinantes. Puede que no sean las criaturas más glamorosas del reino animal, pero vaya que tienen su encanto. Además de ser resistentes y súper trabajadoras, tienen una vida llena de matices y curiosidades, muchas de las cuales pasan desapercibidas para los humanos. Cuando llegan a los 2 años de vida, las gallinas comienzan a experimentar una serie de cambios que afectan su físico, comportamiento y hasta su productividad. Si alguna vez te has preguntado qué sucede con ellas a medida que envejecen, aquí tienes una lista completa de las 12 cosas que les pasan a las gallinas después de cumplir los 2 años.

1. La producción de huevos se desploma:

Esta es la más obvia y, para algunos, la más dolorosa. Una gallina joven, en su apogeo productivo, es una máquina de poner huevos. ¡Un huevo al día, casi como un reloj! Pero al llegar a los dos años (a veces un poco antes, a veces un poco después, cada gallina es un mundo), esa maquinaria empieza a ralentizarse.

La razón es sencilla: las gallinas nacen con una cantidad determinada de óvulos. A medida que van poniendo huevos, esa reserva se va agotando. Además, con el paso del tiempo, su sistema reproductivo se vuelve menos eficiente. Así que, si tenías pensado montar una tortilla gigante todos los fines de semana con los huevos de tus gallinas viejas, quizás tengas que buscar otras fuentes de proteína.

Ojo, esto no significa que dejen de poner huevos por completo. Algunas gallinas, incluso con seis o siete años, siguen regalándonos algún que otro huevo de vez en cuando. ¡Es como un premio por haberlas cuidado tan bien! Pero la cantidad será mucho menor, y quizás los huevos sean más pequeños o con la cáscara más fina.

2. El Plumaje empieza a sufrir (y no solo por la muda):

Todos sabemos que las gallinas mudan sus plumas una vez al año, generalmente en otoño. Es un proceso natural y necesario para renovar su plumaje y prepararse para el invierno. Pero con la edad, el plumaje de las gallinas se vuelve más propenso a sufrir.

No es solo la muda lo que les afecta, sino también el desgaste general. Imagínate estar picoteando todo el día en la tierra, tomando baños de polvo para deshacerte de los ácaros, y lidiando con otras gallinas que, a veces, no son muy amables con sus compañeras. Todo eso pasa factura al plumaje.

Verás que las plumas se vuelven más quebradizas, pierden brillo, y quizás les aparezcan calvas en algunas zonas. Las zonas más afectadas suelen ser el cuello, la espalda y la cola. No te preocupes demasiado, no es que estén enfermas (siempre y cuando no tengan otros síntomas), es simplemente el paso del tiempo.

Para ayudar a tus gallinas a mantener un plumaje sano, asegúrate de que tienen una buena alimentación, rica en proteínas y vitaminas. También es importante proporcionarles un buen baño de polvo, un lugar donde puedan refugiarse del sol y la lluvia, y un espacio suficiente para que no se peleen entre ellas.

3. El Pico se vuelve más largo y afilado (o, al menos, lo parece)

Con el tiempo, el pico de las gallinas puede parecer más largo y afilado. En realidad, no es que el pico crezca más rápido con la edad, sino que el desgaste es menor. Las gallinas jóvenes están constantemente picoteando, buscando comida, explorando el terreno, y eso desgasta su pico de forma natural.

Pero cuando se hacen mayores, su actividad disminuye y, por lo tanto, el pico se desgasta menos. Esto, combinado con el crecimiento continuo del pico, puede hacer que parezca más largo y afilado.

Un pico demasiado largo puede dificultar la alimentación de la gallina. Si ves que tu gallina tiene problemas para picotear la comida, puedes recortarle un poco la punta del pico con un cortaúñas especial para animales. ¡Ojo! Ten mucho cuidado de no cortar demasiado, ya que el pico tiene nervios y vasos sanguíneos. Si no te sientes seguro, lo mejor es que acudas a un veterinario.

4. Las patas empiezan a notar el Trote

Después de años corriendo por el corral, saltando vallas y rascando la tierra, las patas de las gallinas empiezan a resentirse. Es como si les dolieran las rodillas, ¡jajaja! Puedes notar que caminan con más dificultad, que cojean un poco, o que prefieren quedarse sentadas en lugar de explorar el patio.

La artritis es un problema común en las gallinas mayores, al igual que en los humanos. El desgaste de las articulaciones, combinado con la pérdida de elasticidad de los ligamentos y tendones, puede causar dolor e inflamación.

Para ayudar a tu gallina a mantener sus patas en buen estado, asegúrate de que tenga un suelo suave y limpio en el gallinero. También puedes darle un suplemento de glucosamina para fortalecer sus articulaciones. Y, si ves que cojea mucho, lo mejor es que la lleves al veterinario para que la examine y te diga si necesita algún tratamiento específico.

5. Menos actividad y más siestas

Una de las cosas más evidentes que notarás en tus gallinas mayores es que se vuelven menos activas y más aficionadas a las siestas. Ya no tienen la misma energía que antes y prefieren pasar el día picoteando tranquilamente o descansando a la sombra. Es como si hubieran descubierto el arte de la contemplación avícola.

Ya no las verás correteando por el gallinero como locas, ni picoteando todo lo que encuentran. Prefieren tomarse las cosas con calma y disfrutar de la vida a su propio ritmo. Es como si pensaran: «Ya he corrido bastante en mi vida, ahora me toca descansar».

Si tu gallina pasa más tiempo echada que de pie, no te preocupes. Es normal que las gallinas mayores necesiten más descanso. Asegúrate de que tenga un lugar cómodo y tranquilo para dormir, y respeta sus momentos de relajación. ¡Se lo ha ganado!

6. El sistema Inmunológico se debilita un poco

El sistema inmunológico de las gallinas, al igual que el de los humanos, se debilita con la edad. Esto significa que son más propensas a contraer enfermedades y que les cuesta más recuperarse.

Es importante estar atento a cualquier signo de enfermedad en tus gallinas mayores, como falta de apetito, plumaje erizado, dificultad para respirar, diarrea o secreción nasal. Si notas alguno de estos síntomas, acude a un veterinario lo antes posible.

Para fortalecer el sistema inmunológico de tus gallinas, asegúrate de que tienen una buena alimentación, rica en vitaminas y minerales. También es importante mantener limpio su gallinero y proporcionarles un ambiente libre de estrés. Puedes añadir suplementos de probióticos a su alimentación, que ayudan a mantener un equilibrio saludable de bacterias en su intestino y fortalecer su sistema inmunológico.

7. La Jerarquía se consolida (o se revuelve)

El mundo de las gallinas es un mundo de jerarquías, un verdadero «Juego de Tronos» en versión avícola. Hay una gallina «jefa», que manda sobre todas las demás, y luego un orden descendente hasta llegar a la gallina más sumisa, la que siempre cede el paso y come después de las demás. Este orden se establece a través de picotazos, empujones y demostraciones de dominancia.

Cuando las gallinas son jóvenes, esta jerarquía es bastante fluida. Las pollitas están constantemente desafiándose entre sí para escalar posiciones. Es un periodo de mucho movimiento y pequeños conflictos. Pero, al llegar a los dos años, la cosa suele estabilizarse. Las gallinas ya han definido sus roles y saben perfectamente cuál es su lugar en la cadena alimenticia (literalmente).

En la mayoría de los casos, la jerarquía se consolida. La gallina dominante sigue siendo la gallina dominante, y las demás se resignan a su suerte. Pero, ¡ojo!, no siempre es así. A veces, una gallina más joven y fuerte puede desafiar a la gallina mayor y arrebatarle el trono. O, incluso, una gallina que siempre ha estado en la parte baja de la jerarquía puede encontrar la fuerza para rebelarse y ascender posiciones.

Este tipo de revueltas pueden generar un poco de caos en el gallinero, con más picotazos y peleas de lo habitual. Pero, en general, la situación termina estabilizándose de nuevo al cabo de un tiempo. Es importante observar de cerca estas dinámicas y, si ves que alguna gallina está siendo maltratada o intimidada en exceso, intervenir para evitar que la situación se salga de control. Recuerda, un gallinero armonioso es un gallinero feliz (y productivo).

8. Se vuelven más selectivas con la comida:

¿Recuerdas cuando tus gallinas eran pequeñas y se comían cualquier cosa que les pusieras delante? ¡Eran como aspiradoras con plumas! Pues bien, a medida que envejecen, su paladar se vuelve más exigente. De repente, empiezan a rechazar ciertos alimentos que antes devoraban con entusiasmo. Se vuelven más selectivas con la comida, como esos niños pequeños que solo quieren comer patatas fritas.

Este cambio en sus hábitos alimenticios puede deberse a varias razones. En primer lugar, sus necesidades nutricionales pueden cambiar con la edad. Ya no necesitan tanta energía para crecer y poner huevos, por lo que pueden preferir alimentos más ligeros y fáciles de digerir. En segundo lugar, su sentido del gusto puede volverse más sensible, lo que las hace más propensas a rechazar alimentos con sabores o texturas que no les agradan.

Sea cual sea la razón, lo importante es adaptarse a sus nuevas preferencias y ofrecerles una dieta equilibrada y variada que les resulte apetecible. Puedes probar a cambiar la marca de su pienso, añadir suplementos vitamínicos o minerales, o incluso ofrecerles algunos «caprichos» como frutas, verduras o insectos. La clave está en observar lo que les gusta y lo que no, y ajustar su alimentación en consecuencia. ¡Trátalas como a las reinas que son!

9. Aumenta la sensibilidad al frío y al calor

Las gallinas son animales bastante resistentes, pero también son sensibles a los cambios de temperatura, especialmente cuando envejecen. A medida que su sistema inmunológico se debilita y su capacidad para regular la temperatura corporal disminuye, se vuelven más vulnerables al frío y al calor extremos.

En invierno, las gallinas mayores pueden sufrir hipotermia si no se les proporciona un refugio adecuado y protección contra el viento y la humedad. Es importante asegurarse de que el gallinero esté bien aislado y ventilado, y proporcionarles una cama caliente y seca donde puedan acurrucarse para mantenerse calientes.

En verano, el calor excesivo puede provocarles estrés por calor, deshidratación e incluso la muerte. Es fundamental proporcionarles sombra, agua fresca y abundante, y asegurarse de que el gallinero esté bien ventilado para evitar la acumulación de calor. También puedes refrescarlas rociándolas con agua o proporcionándoles bloques de hielo para que los piquen.

10. Disminuye el instinto maternal (si lo tienen)

No todas las gallinas tienen un fuerte instinto maternal. Algunas son madres ejemplares, que cuidan de sus pollitos con esmero y los protegen de cualquier peligro. Otras, en cambio, son más indiferentes y no muestran mucho interés por sus crías.

En general, las gallinas mayores de dos años tienden a perder interés por la maternidad. Su capacidad para poner huevos disminuye, y su instinto maternal se debilita. Esto no significa que sean malas madres, simplemente que ya no sienten la misma necesidad de incubar huevos y criar pollitos.

Si tienes gallinas que solían ser buenas madres pero que ahora muestran menos interés por sus crías, no te preocupes. Es un proceso natural que forma parte de su ciclo de vida. Puedes optar por incubar los huevos tú mismo o por dejar que otra gallina se encargue de criarlos. Lo importante es asegurarse de que los pollitos reciban los cuidados necesarios para crecer sanos y fuertes.

11. Más «Charlatanas»

Si ya pensabas que tus gallinas eran charlatanas antes, prepárate, porque después de los dos años, ¡la cosa se intensifica! No es que de repente se conviertan en expertas en hablar idiomas (¡ojalá!), pero sí que se comunican más y de formas más variadas.

Los cacareos se vuelven más frecuentes y complejos. Cada sonido tiene un significado diferente: avisan de un peligro, llaman a sus pollitos, anuncian que han puesto un huevo o simplemente se saludan entre ellas. Es como si su lenguaje se enriqueciera con el tiempo.

Presta atención a sus cacareos. Con el tiempo, aprenderás a distinguir los diferentes tipos de sonidos y a entender lo que te están comunicando. Por ejemplo, un cacareo agudo y repetido puede indicar que hay un depredador cerca, mientras que un cacareo suave y melódico puede ser una señal de satisfacción.

El coro del gallinero puede ser un poco ruidoso a veces, pero también es una muestra de la vitalidad y la sociabilidad de tus gallinas. Disfruta de su compañía y aprende a apreciar su peculiar forma de comunicarse. ¡Al final, te acabarás convirtiendo en un experto en «idioma gallina»!

12. Pueden vivir más tiempo si se les cuida bien

Aquí viene una de las mejores noticias para los amantes de las gallinas: si les das los cuidados adecuados, estas aves pueden vivir mucho más de lo que la mayoría de la gente cree. Sí, es cierto que muchas gallinas en granjas industriales tienen una vida corta, pero en un entorno doméstico o en una granja bien gestionada, una gallina puede vivir fácilmente entre 5 y 10 años, y algunas incluso superan esa edad.

Después de los 2 años, las gallinas entran en una especie de «edad madura». Ya no son las pollitas jóvenes y llenas de energía que eran antes, pero eso no significa que no puedan seguir viviendo una vida larga y saludable. La clave está en los cuidados que les brindes. Una dieta equilibrada, acceso a agua fresca, un espacio limpio y seguro, y atención veterinaria cuando sea necesario son factores que pueden marcar una gran diferencia.

Además, a medida que las gallinas envejecen, es importante estar atento a sus necesidades cambiantes. Por ejemplo, pueden necesitar suplementos vitamínicos o minerales para mantener su salud en óptimas condiciones. También es recomendable proporcionarles un ambiente tranquilo y libre de estrés, ya que el estrés puede afectar negativamente su sistema inmunológico y acortar su vida.

Así que, si tienes gallinas que ya han cumplido los 2 años, no te desanimes. Con un poco de amor y atención, pueden seguir siendo parte de tu vida durante muchos años más. Y, quién sabe, quizás te sorprendan con su longevidad y su capacidad para seguir poniendo huevos de vez en cuando.

Bonus: Mayor Apreciación (por tu parte, al menos)

Esta última cosa que les pasa a las gallinas después de los dos años no les pasa directamente a ellas, sino a ti. Es la creciente apreciación que sientes por ellas. Cuando son jóvenes, te centras en su productividad, en la cantidad de huevos que ponen. Pero, a medida que envejecen, te das cuenta de que son mucho más que simples máquinas ponedoras.

Son animales inteligentes, con personalidad propia y capaces de establecer vínculos contigo. Te das cuenta de que cada una tiene su carácter, sus manías y sus preferencias. Empiezas a valorarlas por lo que son, por su compañía, por su alegría y por el papel que desempeñan en tu vida.

Verlas corretear por el jardín, picotear la hierba y tomar el sol se convierte en una fuente de placer. Te das cuenta de que su presencia te ayuda a conectar con la naturaleza y a disfrutar de las pequeñas cosas de la vida.

Después de dos años (o más) compartiendo tu vida con ellas, tus gallinas se convierten en parte de tu familia. Las conoces, las quieres y te preocupas por su bienestar. Y esa conexión, esa apreciación mutua, es algo que no tiene precio.

Pensamientos finales

En definitiva, los cambios que les ocurren a las gallinas después de los 2 años no solo son normales, sino también parte de su encanto. Aunque su productividad disminuya, su carácter, experiencia y comportamiento único las hacen merecedoras de cuidado y respeto. Así que si tienes gallinas que ya han pasado esta edad, ¡aprecialas aún más! Son las veteranas sabias del corral, y aunque quizá ya no pongan huevos todos los días, todavía tienen mucho que ofrecer.

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